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Cuento '¿QUÉ BIGOTES ME PASA?' de Olga de Dios

'No somos responsables de nuestras emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas' Jorge Bucay.

Estoy triste.

Estoy contento.

Estoy enfadado.

Estoy. ¿Cómo estoy? A veces esta pregunta nos resulta difícil incluso a los adultos. 


Y ahora la pregunta es: ¿Cómo enseño entonces a un niño a saber cómo se siente? La respuesta puede parecer sencilla: ayudándole a reconocer las emociones. Sin embargo, el camino hacia este objetivo a veces puede ser difícil y presentar obstáculos, dadas los escasas habilidades lingüísticas que tienen los más pequeños para expresarse. 


Los cuentos y las emociones

Así, hoy en día encontramos muchos recursos para desarrollar esa gestión emocional y debemos reconocer que unos de los más efectivos son los cuentos. ¿Por qué? Porque a través de ellos podemos, de forma mágica, colarnos en su mente y despertar en ellos cosas inimaginables, "en un abrir y cerrar de HOJAS".


Los títulos son numerosos: "El Monstruo de Colores", "Lágrimas bajo la cama", "Así es mi corazón", "El hombre sin lágrimas", ''No quiero el pelo rizado'', ''El Cazo de Lorenzo''... Pero hoy vengo a presentaros un cuento de Olga de Dios, una ilustradora que ya conocemos muy bien y que nos ha dejado descubrir historias maravillosas. Se trata de "¿Qué bigotes me pasa?", un cuento prácticamente sacado del horno y que muchos todavía no conoceréis, donde el aprendizaje emocional se basa en el reconocimiento de los SÍNTOMAS de cada una de las emociones: alegría, tristeza, enfado, miedo e incluso asco.




 

¿Cómo es?


El libro no sólo viene acompañado de unas imágenes divertidas y coloridas que ofrecen muchas posibilidades y captarán la atención de los más pequeños, sino que la historia viene narrada a través de rimas, lo cual les encantará aún más.


 

¿De qué trata la historia?


Este entrañable personaje busca que le "echemos una pata" y así poder descubrir "qué bigotes le pasa". A veces se siente un poco raro e incluso un poco animal. ¿Pero qué de malo hay en ello?


Cada página nos enseña una emoción, de manera que se describen diferentes situaciones que le causan ese sentimiento y sus consecuentes síntomas, viendo como el personaje va sufriendo las transformaciones:

  • Si le regalan un patín nuevo, los ojos se le salen de la cara.

  • Si de noche está a oscuras, le salen tentáculos.

  • ¿Si se le acaban sus galletas preferidas? ¡Le crecen unas garras terroríficas!

  • Y cuando contempla el fuego de la chimenea... se le estira el cuello como un chicle.


Estos son algunos de los ejemplos que podremos encontrar en este maravilloso cuento, el cual nos quiere transmitir que todas las emociones son igual de importantes y que debemos expresarlas, porque como bien dice, de vez en cuando, 'es natural hacer un poco el animal'.



Todas las emociones son buenas, si sabemos identificarlas y gestionarlas.
Posibles actividades

Como con cada cuento que tenemos a nuestro alcance, las posibilidades para trabajar en el aula son infinitas y dependerán del maestro/a que lo trabaje y el grupo de alumnos que tengamos.


En este caso se me ocurren varias opciones para realizar actividades tanto durante como después de la lectura:


  1. Además de contarlo y observar los dibujos de manera detenida, también se pueden realizar la lectura a oscuras y utilizando la luz negra, aprovechando que las imágenes del cuento están dibujadas con colores fosforitos (en este post os explico cómo hacer luz negra casera súuuuper sencilla). Estoy segura de que les encantará.

  2. Tras la lectura podemos hacer un análisis de cada una de las emociones, y entre todos ir describiendo que síntomas tenemos con cada una de ellas. Por ejemplo, cuando estamos contentos, nos sale una sonrisa de oreja a oreja, nos entran ganas de brincar y nuestro cuerpo se vuelve inquieto. Pero cuando estamos enfadados, sentimos calor, se nos frunce el ceño y la voz nos cambia como por arte de magia.

  3. Realizar nuestros propios dibujos e inventar nuestro personaje para cada emoción puede resultar muy interesante. Podemos dibujarlo en la pizarra, de manera que cada alumno/a vaya haciendo su aportación y pueda salir a ayudar al profe, para luego plasmarlo en el papel.

  4. Aprovechando que ya sabemos hacer luz negra casera, podemos pedir que cada niño realice su dibujo de la emoción que más le guste con colores fluorescentes para luego exponerlos en el aula y observarlos con la luz negra.

  5. Como #artividad, ¿por qué no utilizar pintura fluorescente y dibujar al personaje con la técnica de soplado? ¡Les chiflará!


Y a vosotros, ¿qué bigotes os parece?


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