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Carta de reconciliación

Actualizado: 22 nov 2018


Esta carta nace de la humilde reflexión de una profe de infantil, joven pero con muchas ganas, ilusión (aunque a veces tenemos la ilusión -valga la redundancia- de perderla) y, sobre todo, suficientes experiencias a las espaldas como para identificar una injusticia y/o enfrentarse a un aula de pequeños/as terremotos con los pocos recursos que tiene a su alcance.


Sin embargo, estas palabras no van dirigidas a avivar las continuas y parece ser que, tristemente, interminables 'diferencias' entre padres y profesores. No nos vamos a centrar en quién lleva la razón sobre qué. Porque juntos podemos conseguir mucho más.


Hace poco leí un artículo de un curso sobre técnicas de motivación del aprendizaje y me refrescó la memoria acerca de algo que intentamos inculcar a los niños/as desde pequeñitos: LA EMPATÍA. Y os preguntaréis ¿vienes a hablarnos de un término que tenemos más que machacado? No. Simplemente quiero trasladarlo a nuestra realidad, a esa relación familia-escuela.


Porque cada uno vivimos nuestra propia realidad e interpretamos el mundo desde nuestras experiencias, por eso no se trata de ver quién tiene razón sino de comprender que ambas partes la tienen según su punto de vista y que para llegar a un acercamiento y, por tanto, a un CAMBIO, debemos ayudar a nuestras palabras a volar con alas de honestidad y realidad.


¿Y sabéis como impulso yo mis alas? Pidiendo perdón (algo que intentamos inculcar en los más pequeñxs). Porque, qué mejor que reconocer nuestros errores para llegar al corazón del otro:


Queridxs padres/madres:


Quiero pediros perdón. Me gustaría que pudiéramos llegar a entendernos un poquito más. Que pudiéramos llegar a compartir muchos más momentos de esas mentes inquietas que se miden con sonrisas y emociones.


Si pudiera comerme las emociones que vivo cada día en el aula, sería en forma de batido. Un batido donde se mezclan tantas emociones, donde a veces aparecen grumos y a veces no estás seguro de si el sabor es amargo o si le falta algún ingrediente. Pero cuando lo terminas, te deja un sabor dulce y una sensación de satisfacción. Pensaréis, vaya tontería, un batido de emociones, no se te ha ocurrido una metáfora mejor. Pido perdón por eso también. Quizá me haya venido de todos esos momentos en los que, para crear magia en el aula, nos inventamos palabros o recetas imposibles : ¡Vamos a hacer una sopa de círculos! ¡Ahora toca dibujar una lluvia de letras! ¿A quién le apetece hacer un arcoiris de sonrisas? Y así, sucesivamente.


Quiero pediros perdón, porque a veces pierdo la paciencia. Pero tras mucha reflexión me he dado cuenta de que la mayoría de las veces no la pierdo porque vuestro hijx sea la razón. Sucede porque nos vemos saturadxs, con muchas ganas de hacer pero tan poco tiempo. Con muchas ganas de atender a todxs en cada momento, pero dos manos a veces no es suficiente. Lo siento por eso también.


Lo siento porque a veces no tengo a mi alcance los recursos por los que pagáis pero que, a veces, no llegan a mis manos y, como consecuencia, me las tengo que ingeniar para convertirme en Diógenes y arrasar con todo material que me voy encontrando por ahí (aunque también he de reconocer que es un síndrome innato de nuestra profesión) o comprarlo por mi cuenta.


Perdonad si a veces nos notáis molestxs cuando traéis a los peques tarde a clase. Soy la primera que me pongo en vuestro lugar, que entiendo el 'trajín' en el que nuestra sociedad nos ha obligado a vernos inmersos y la falta de tiempo o fuerzas para pelearos cada mañana por venir puntuales. Sólo os pedimos que os pongáis también en nuestro lugar y entendáis el 'trajín' en el que nuestro marco educativo nos pone cada año. Para nosotrxs, cada minuto de nuestro tiempo en el aula con vuestrxs hijxs es oro. Y qué ilusión nos hace que no se pierdan esa actividad que hemos pensado mientras consultábamos con la almohada y preparado en nuestras horas libres (traducción: en casa).


Lo siento mucho si no soy capaz de trabajar a fondo ciertos contenidos o áreas porque el inglés predomina por encima de todo en muchos casos. Yo de verdad que quiero, pero a veces no me entienden. Y qué importante es que me entiendan, y, al fin y al cabo, haya comunicación, ¿no créeis?


Perdonadme si un día vuestrx hijx se ha caído en el patio o se ha manchado la camiseta. No habré podido evitar la caída, pero he atendido su llanto y, sobre todo, le he animado a levantarse, él solito, porque qué bien se sienten cuando hacen las cosas por sí solos. Y en cuanto a la camiseta... sólo quería que disfrutaran como lo que son, como niñxs mientras daban pinceladas con sus pequeñas manitas. ¡Ah! Y lo siento más aún si entre tanto cambio de ropa, una prenda se pierde. De verdad que intento que no ocurra entre tanto vaivén de pises, rutinas, conflictos entre niñxs, llantos y actividades.


Quiero pediros perdón porque a veces no podemos dedicaros el tiempo que necesitáis. No os preocupéis, no nos olvidamos de vosotrxs y mucho menos de vuestros pequeñxs. A veces, cuando las cosas van bien, no necesitamos buscar preocupaciones. Simplemente va todo bien y es lo que queremos transmitir también al niñx que entra cada día en nuestra clase.


Lo siento también por las 'pintas' con las que os recibo cuando venís a recoger a vuestros hijxs (esto es mis pelos de loca y mi ropa con manchas de pintura y comida). Porque lo que más cuidamos durante nuestras horas de trabajo es nuestra sonrisa para dar alegría, nuestra voz para hablar y cantar a lxs niñxs y nuestras manos y brazos para seguir construyendo.


En definitiva, perdón, porque somos humanos. Porque sé que no somos perfectos. Porque lo importante es que le pongamos CORAZÓN. Y DE ESO MAMIS Y PAPIS, VOSOTRXS Y NOSOTRXS PONEMOS MUCHO.


Una profe cualquiera en el mundo.

Veo veo tebeo

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