Funciones. Educación emocional.
Un niño antes que empezar a leer, escribir o incluso relacionarse con los demás de manera correcta necesita conocerse a sí mismo, aceptarse y aprender a reconocer y gestionar sus sentimientos. ¿Y cómo conseguimos eso? Gran parte de esto va unido al desarrollo propio del niño/a que irá adquiriendo una serie de habilidades y herramientas gracias a su interacción con el medio que le rodea, sus iguales y los adultos. Pero nosotros, también podemos ir ofreciéndoles estrategias que les serán de gran ayuda.
Esas estrategias, entre otras cosas, pueden ir dirigidas a la educación emocional, eso de lo que hoy en día tanto se oye hablar pero sobre lo que muchos autores e investigadores han estado hablando durante muchos, muchos años e incluso siglos. Para un adecuado desarrollo de la personalidad, es imprescindible que el niño tenga autoestima (que no sólo conseguimos con afecto sino también con autonomía), confianza en sí mismo y habilidades emocionales.
Sin embargo, muchas veces nos centramos mucho en emociones como la alegría, el enfado, la tristeza o el miedo. ¿Pero qué ocurre con la calma? Se trata de una emoción o estado que no sólo nos ayuda a estar a gusto con nosotros mismos sino que también nos ayuda a combatir otros sentimientos como el enfado o el miedo. Por ello, puede que partir desde la calma para trabajar estos dos sentimientos sea un enfoque muy acertado. Y lo podemos trabajar desde edades tempranas, incluso desde el primer ciclo con técnicas de relajación y con el siguiente material que os presento a continuación:
¿Recurso de relajación o para combatir el llanto?
Hoy en día podemos ver por Internet cómo la botella de la calma se comparte como un material para ayudar al niño/a a calmarse cuando está llorando o tiene una rabieta. En mi caso es cierto que me gusta más pensar en ella como un recurso para técnicas de relajación, concentración y desarrollo sensorial, sobre todo para niños/as más pequeños. Me cuesta imaginar cómo una botella puede aliviar a un pequeño que está en el momento álgido de una rabieta y al que poco le consuela o le convence en ese momento.
Entonces, buscando información sobre este recurso, cómo aplicarlo y sus funciones me encontré con un blog que tenía una entrada bastante interesante al respecto. Y coincidía en muchos aspectos con lo que yo opinaba. Y es que, es cierto que hay que ayudar a los niños/as desde edades tempranas a saber gestionar sus sentimientos y aprender a relajarse cuando están en estado de nervios. Pero también tienen que aprender a compartir sus sentimientos y expresarlos y no reprimirlos con elementos externos, sino que aprenda a controlarlos por sí mismo.
Por ello, pienso que este recurso es una herramienta estupenda para momentos de relajación y para explicar cómo funcionan nuestras emociones, por ejemplo a través de esta historia (sacada del blog de 'maminatura'):
“Estas partículas de purpurina figuran emociones como la tristeza, la rabia, la frustración, el miedo o la decepción (son solo ejemplos) que a veces sentimos. Puede pasar – agitando la botella – que de repente sean tantas y tan fuertes que se revolucionen y anden tan alborotadas que no nos dejen ni pensar… entonces puede que nos pongamos nerviosos y nuestro comportamiento se vea alterado. Pero si seguimos observando las partículas, nuestras emociones, veremos como poco a poco ocupan de nuevo su lugar hasta hallar su estado natural. Es entonces cuando nuestro interior vuelve a estar en calma y equilibrio.
Esto no significa que simplemente debamos esperar a que “pase la tempestad” sino que debemos aprender a reconocer como nos sentimos, a poner nombre a nuestras emociones, hablar de ellas si es necesario y sobre todo aceptarlas. Admitir que tenemos derecho a sentirnos así pese a que no resulte una experiencia agradable para nosotros o los que nos rodean y ser conscientes de que no nos sentiremos así por siempre, aunque en ese momento pueda parecérnoslo.”
ELABORACIÓN
¿Qué necesitamos? La verdad que es muy sencillo de preparar y lo podemos hacer con ellos/as, siempre supervisando y ayudándoles más o menos en función de la edad, ya que hay ciertas cosas que se pueden llevar a la boca.
Los materiales son:
- Bote transparente, de cristal o plástico (adaptarlo a la edad).
- Agua templada/caliente.
- Pegamento transparente con o sin purpurina. Yo he utilizado los dos, echando un poco del de purpurina y después del transparente, ya que habría que echar mucho del de purpurina y es más caro. En algunos sitios he visto que también se puede utilizar gomina.
- Purpurina del color que quieras.
- Colorante de colores.
Para hacerlo, sólo tenemos que seguir estos pasos:
1. Echar un poco de agua caliente (una quinta parte del bote).
2. Añadir todos los demás ingredientes. Cuanto más pegamento eches, más lenta se moverá la purpurina y más relajante será el efecto.
3.Echar el resto del agua. No llenes el bote entero para que se pueda agitar bien el contenido.
4. Cerrar la botella y ¡listo!
Comments